No hubo reconciliaci?n

Uribe dice que soy de derechas de los tiempos del Tío Paco y Earl me acusa vía Facebook de que la Ley de Amnistía solo me mola en un sentido. Lo verdaderamente curioso es que ni Earl, ni Uribe ni yo mismo tuvimos nada que ver, ni remotamente, en la Guerra Civil. Ni tampoco con Franco.
Y aquí estamos, setenta y cuatro años después discutiendo sobre el 36. Algo ha ido tremendamente mal desde el final del franquismo.
Yo creo que una de las mentiras de la Transición fue la existencia de una supuesta "reconciliación" entre los dos bandos participantes en la Guerra Civil. En realidad, tal reconciliación nunca existió. Fue una mentira. Un cuento chino. La única reconciliación posible y verdadera hubiera sido la consistente en llevar a González, Guerra y Carrillo a honrar la tumba de José Antonio, inaugurar acto seguido un monolito o cualquier ccosa en la explanada del Valle de los Caídos en honor a los muertos del bando Rojo, organizar homenajes conjuntos con ex-combatientes de ambos bandos, convertir el 18 de Julio en una especie de fiesta de Moros y Cristianos con comparsas de uno y otro bando desfilando por las calles y hacer convivir en los callejeros la Avenida del Generalísimo con las de Azaña, Líster o quien quiera que fuera el Gran Jefe Rojo.
Para ello, solamente hacía falta una cosa: La firme voluntad política de convertir la Guerra Civil en artículo de museo. Pero tal voluntad no existía. En primer lugar, la izquierda se legitimaba en gran medida por su -más o menos imaginario- papel en la lucha contra Franco. Como para pedirle a esa izquierda que se fuera a presentar sus respetos al Valle de los Caídos.
Y en segundo lugar, una reconciliación es cosa de dos y los sectores franquistas/postfranquistas que podían haber dado la réplica a ese discurso o ser los interlocutores necesarios para un segundo abrazo de Vergara estaban muy ocupados o bien cambiándose apresuradamente de chaqueta y negando cualquier tipo de relación con el franquismo (UCD, Alianza Popular), o bien asfaltando el camino hacia la más total de las marginalidades políticas (Fuerza Nueva).
Por paradójico que pueda parecer, el "Nada a mi derecha" de Fraga como el soniquete de los "Cuarenta años oprobiosos" de Alfonso Guerra pueden ser considerados responsables directos de la pujante situación actual del guerracivilismo en España. Escucho a de la Vega hablar de Memoria Histórica y no puedo dejar de pensar en el poste frente a mi despacho y en la nomenclatura de muchas calles de mi barrio, recordatorio de los horrores del Madrid Rojo para quien tiene la suerte de tener abuelos que saben porqué se llaman así: Sallaberry, Fernández Ladreda, Zarco Hermanos, Miguel Mayor...
Si hubiéramos tenido una reconciliación de verdad, escribiría sobre todas ellas. Y sobre otras muchas. Y sobre el poste eléctrico que Iberdrola cambió. Un libro de pequeñas curiosidades históricas. En cambio, no puedo escribirlo: Resulta que esas curiosidades y anécdotas me vienen muy bien como arma arrojadiza cada vez que tengo que hablar de la Guerra Civil y de Franco con mis amigos de izquierdas, ninguno de los cuales vivió jamás el franquismo.
Cosa que, gracias a Pajín, sucede últimamente con bastante asiduidad.